Suban tó
Hubo un día en el que el cielo estaba azul moteado de grumos blanquecinos y el agua del Lago Kivu se mecía con calma en su lado sur, donde Rusizi (Rwanda) y Bukavu (DR Congo) sólo se dividen por un ombligo metálico llamado puente. Ese día me tocaba subir a un bote para llegar a Nkombo, una isla perteneciente a Rwanda dentro del lago.
Nuestro pequeño bote estaba equipado con un capitán no entrenado con 10 años de experiencia y una decena de salvavidas –en Rwanda todo barco de transporte debe tener salvavidas suficientes para las personas a bordo.
En la travesía, más cerca que lo que se ven desde las colinas, encontramos decenas de botes de pescadores enlazados de tres en tres, pescadores que sueñan con los mini-peces llamados isambaza que revientan tripas acompañados de ubugali o pasta de carbohidratos.
Pero más allá, al lado oeste del lago, está la República Democrática del Congo –el pulmón de África. Con 71 millones de habitantes, el Congo puede arropar casi toda la extensión de Europa. Visto desde Rwanda, DRC es un país salvaje con gente que habla y baila mucho, que come mucho; mujeres de caderas y traseros grandes, gente con voz potente y capacidad para buscársela como sea.
Pues, en el camino a Nkombo, mientras hablaba con mis compañeros de viaje sobre las extravagancias congolesas, nos encontramos con el pintoresco barco de las fotos deslizándose despacito por las mansas aguas. Fue un buen día para navegar con tanta carga y gente.
Estampas como estas quedan grabadas, tanto más como se asemejan a cualquiera de nuestros autobuses públicos en horas pico, como esos que salen de la Universidad Autónoma a eso de las 20:00.
Comentarios
Tengo que subir en un bote para visitar dos escuelas y un centro de salud en construccion, y de vez en cuando me encuentro con cositas de la vida como esa.
Si quieres ven y visita para que lo veas con tus propios ojos!
:-P