Yeyo, el jabalí
En el Mweya hostel donde nos quedamos las habitaciones no tenían más accesorios que un lavamanos. Apenas como por decencia había un jabón de mano con el gracioso nombre, Yeyo, que me recordó aquella orgásmica promoción del shampoo Herbal Essences. A pesar de que no pude tomar la foto, más gracioso fue, en el camino de regreso, ver tantos pequeños colmados con el logo de Yeyo “beauty soap” pintado de todo el tamaño posible en sus fachadas.
Alrededor de las habitaciones, casi como mascota de los empleados que también viven ahí cerca, estaba bajo la sombra un jabalí al que decidí llamar Yeyo. Los empleados viven en estrecha comunión con los animales, con jabalíes como Yeyo, antílopes, búfalos, aves extrañas e hipopótamos. Precisamente por esos últimos no es recomendable salir cuando cae la noche, porque es bajo la luna que salen del agua de los lagos Eduard y Albert, y corren desenfrenados explorando su territorio con agresividad latente. Peligro potencial para los seres humanos.
En el bar del hostel, aparte de prevenir sobre las salidas nocturnas de los hipopótamos, tienen un advertencia sobre los peligros alternativos del alcohol, por los que la cervecera no se hace responsable. Yo no probé Moonberg; probé Nile Special.
Pase lo que pase, realmente, a Yeyo no le importa.
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