Detalles de La Serenissima

Cada día que caminaba a Ca’ Tron, dependiendo del callejón que tomara, era posible que me encontrara con Dante. Es raro imaginarse a Venecia como una ciudad de graffiti, pero la verdad es que uno se puede encontrar una centena alrededor. Tal vez no de gran calidad, pero igual de interesantes en una ciudad repleta de turistas más que de gente joven.

La gente joven que vive allí son casi todos estudiantes. Los turistas son pasajeros, vuelan. En esa visita fugaz que di en octubre vi, como siempre, una recua en la zona San Marco. En San Marco los turistas existen sin pensar, al contrario del dicho. Se mueven en bandadas igual que las palomas, buscando algo de comer para sus cámaras. Frente al Palacio Ducal, vi la historia de “la paloma fea”.

De Venecia sólo hay un lugar con un olor característico, imposible de olvidar: el Mercado del Pescado. El Mercado está en la zona de Rialto, una zona de gran importancia porque era allí donde –en un momento– se conectaban las dos “partes” mayores de Venecia. La enajenación de uso hace que un banco, un bar, una farmacia, una heladería, una floristería, y apartamentos sobre todos estos se junten en un cuadrito de unos cuantos metros de lado; bajo el aroma de arenques, bacalaos, saridnas, calamares, pulpos, ostras, barracudas, entre otras marinadas.

Además, así como tienen ingresos diarios sin parar, el Puente de los Suspiros tuvo la dicha marciana de suspirar cubierto de un “cielo falso” patrocinado por otros milloncitos. Una monstruosidad que, sinceramente, me dio asco.

Pero, en fin, así es Venecia... una ciudad llena de historia.

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