El Gato Negro – guanguá al estilo victoriano
A pesar de que Niza sea una ciudad en la que caminar sea una carrera diaria de obstáculos (la gente no limpia las “animaladas”), el entorno es agradable. A pesar de mis prejuicios contra la Francia, debo decir que aprendí a gustar este punto de la Costa Sur. Me recuerda la Ciudad Colonial de Santo Domingo.
En otro de mis paseos encontré un gato negro, plano. Estaba en el borde de un techo y caminaba, inmóvil. Estos días son en los que menos me interesaría ver un gato negro. No quiero que nada me salga mal. No necesito mal de ojo, sal, hechizo, guanguá… Pero caminando en la calle se encuentra uno con lo que menos se esté esperando. Así que espero que la mala fortuna quede paralizada en el intento de desborde, así como el gato nunca cambiará de arista, ni verá el detalle victoriano que gotea rítmico bajo él.
Espero que solo sea una preocupación descalibrada... O hay que temerle a un gato negro?
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