Grandes proyectos, 60 metros y violación
Desde años, cuando todavía el país quedaba en manos rojas y grises, la costa ha sido un objetivo. ¿O alguien puede decir que habitar junto al mar no es diferente? Es casi un modo de vida que se transforma en privilegio.
El desarrollo de proyectos urbanizadores de segunda residencia, de villas y campos de golf, ha movido a cientos a adquirir tierras dentro de la franja costera. Estos cientos que cada día aumentan, en la mayoría de los casos, construyen fuera de toda regulación, amparados bajo la sombrilla de los grandes propietarios promotores de los proyectos.
Pero un hecho no elimina otro. Se acumulan en la memoria, sea escrita o hablada, gráfica o perceptual. Tanto en el este cercano como lejano, las violaciones se acumulan unas tras otras por el vender y acumular, vender y acumular. Rige el “vendo donde sea porque el terreno es mío”. Y es que el dominicano tiene un elevado sentido de propiedad, de lo propio porque sí.
Las costas ya invadidas a causa ventas y construcciones ilegales deben ser también responsabilidad de los promotores de los grandes proyectos en las que se insertan. Esos promotores tienen departamentos de supervisión, y ellos también deben velar por el cumplimiento de la Ley.
Entonces bien, si eso sucede, ¿es justo permitir el uso de la franja en nuevos proyectos de los promotores? ¿Acaso debe apoyarse gubernamentalmente una iniciativa que no ha sido aprobada por ninguna Institución Pública? El primer paso debe ser compensativo para la sociedad… Por más utópico que suene, por más La Romana, Punta Cana, Samaná o Puerto Plata que sean.
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