La Ciudad de Pelo Malo
Circular en un vehículo sin acondicionador de aire por las calles bajo el ardiente sol de las doce del día es una experiencia físicamente religiosa. Además de sentir el sudor correr gota a gota por la frente, cuello y espalda, los ojos nos guían por un recorrido desesperado a nuestras proximidades: más vehículos de cuatro y dos ruedas, peatones y policías de tránsito (o améts). En fin, un sinnúmero de objetos, circunstancias, personas, acciones…
Sin embargo, por en cima de nosotros y por debajo del sol, se encuentran los hilos que la araña resucitada pone para formar su nueva tela. Esos mismos hilos son los largos pelos que se enmarañan sucesivamente para sofocarnos bajo su desagradable esplendor. La ciudad tiene pelo malo. Engrifado y enredado, por ellos corre la energía eléctrica.
En fin, cuando menos lo pensaba, se desvanece a idea de que la ciudad quedaría calva de aquellos pelos malos. Nuevos embrollos nacen con la vuelta atrás del soterramiento de aquellos. Aquellos plastificados conductores de electricidad sobre postes deberán, acaso para una pseudo-mejor percepción urbana, ser entendidos como árboles artificiales. Quizás de esa forma, cuando me adapte, ignore el pelo malo de mi ciudad, y entonces será bueno y le pasaré la mano.
SERIE "CIUDAD CON LIMON"
Sin embargo, por en cima de nosotros y por debajo del sol, se encuentran los hilos que la araña resucitada pone para formar su nueva tela. Esos mismos hilos son los largos pelos que se enmarañan sucesivamente para sofocarnos bajo su desagradable esplendor. La ciudad tiene pelo malo. Engrifado y enredado, por ellos corre la energía eléctrica.
En fin, cuando menos lo pensaba, se desvanece a idea de que la ciudad quedaría calva de aquellos pelos malos. Nuevos embrollos nacen con la vuelta atrás del soterramiento de aquellos. Aquellos plastificados conductores de electricidad sobre postes deberán, acaso para una pseudo-mejor percepción urbana, ser entendidos como árboles artificiales. Quizás de esa forma, cuando me adapte, ignore el pelo malo de mi ciudad, y entonces será bueno y le pasaré la mano.
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